La incorporación de Severino, ex-componente de los cazurros, nos descubrió que para poder hacer algo digno: primero había que ensayar más y por supuesto de pie y no sentado, que había que escuchar las guitarras y al compañero de al lado y que sobre todo no había que berrear sino cantar. Con un repertorio algo extraño: mitad comparsero (no de nuestro estilo) mitad chirigotero dimos cierto salto de calidad, aunque la afinación final no fue la deseada. Lastima que años despues descubriesemos que las aportaciones del amigo Seve estaban excesivamente "inspiradas" en el carnaval gaditano.